Llámalos miedos

Elías, luego del deceso repentino de su mujer, decide embalsamarla con la ayuda de su hermano, un embalsamador de oficio. Sin un centavo, opta por pagarle a su consanguíneo, con la cama donde dormían. Pero un vecino fisgón lo extorsiona, queriendo llevarse los implementos que quedan en la casa, reiterándole que es un delito que conserve el cuerpo sin ceremonia de entierro.